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LUGARES

Salto Ander Egg, un espacio para el disfrute natural

Se encuentra cerca de Villa Libertador San Martín. Es una formación natural, en el arroyo La Ensenada, que se destaca por su hoya, sus aguas transparentes y la tranquilidad.

 

Tras un hermoso recorrido de 60 kilómetros por la ruta 11, atravesando Oro Verde, Colonia Ensayo, Aldea Brasilera, Valle María y Libertador San Martín, se llega al Salto Ander Egg.

Este hermoso entorno natural también es conocido como “La Hoya” o simplemente “El Salto” por tratarse de una formación rocosa natural en el arroyo La Ensenada, que desemboca en el Río Paraná, cerca de Diamante.

Para ir en auto, el camino es bastante sencillo, aunque la dificultad la pone el estado de las rutas en cercanía de los pueblos. Aproximadamente en una hora y cuarto se puede llegar sin mayores dificultades desde Paraná. En bicicleta el recorrido se extiende a casi tres horas de pedaleada.

Al ingresar al predio, por una calle muy angosta, no logra anticiparse la hermosura con la que los ojos se deleitarán al llegar. Siguiendo los senderos y una vez que los árboles abren paso a la visual, se puede disfrutar de una formación rocosa llamativa para nuestra provincia.

Pareciera que se abre un portal espacial al que salimos a algún arroyo cordobés porque el parecido es innegable. Caminando entre las piedras, desgastadas y corroídas por la acción del viento y el agua, se llega a un piletón natural enorme con una cascada.

Familias completas, con mascotas y niños, grupos de jóvenes y parejas disfrutan pasar las horas recibiendo los rayos de sol, observando el paisaje y, por qué no, investigando de qué se trata este entorno natural inigualable.

Sólo por el boca a boca, es hoy uno de los lugares cada vez más visitados cerca de Isletas, en el departamento Diamante. El lugar es algo así como un balneario natural de piedras y aguas transparentes.

Una de sus particularidades es la ubicación, ya que para quienes no conocen, nada les anticipa que al final de casi dos kilómetros, por un camino de tierra vecinal, que atraviesa un campo, se encuentra esta pequeña maravilla escondida entre los árboles.

Al Ander Egg se puede acceder desde Crespo o Libertador San Martín, pasando por caminos de broza y tierra de Isletas y Costa Grande. Además de las mencionadas ciudades, los visitantes suelen llegar desde Ramírez, Diamante, Aranguren, Paraná, entre otras ciudades y localidades cercanas.

 

Los peligros

Los saltos de la hoya tienen una altura de aproximadamente 10 metros, y la profundidad máxima reconocida se encuentra entre los 13 y 14 metros. Esto hace que sea habitual ver a la gente arrojarse al agua desde las cascadas.

Por lo general el agua suele ser transparente y debido a las rocas del lugar es ideal para estar al sol y refrescarse. A eso se suma el bosque de diferentes especies que se encuentra a unos metros, donde también funciona una cantina y churrasqueras para aquellos que desean pasar el día completo.

Si bien “El Salto” es un atractivo turístico de la zona, es importante recordar que por sus características se debe tener cuidado al caminar por las piedras y al nadar en los piletones, ya que la profundidad suele ser muy dispar.

Es importante aclarar que este lugar se ha llevado muchas vidas a lo largo de los años justamente por tener aguas tan profundas. Sin embargo, si la idea es ir a pasar la tarde sin meterse al agua, no ofrece ningún tipo de peligro.

La llamada hoya, por tratarse de una cavidad grande formada en la tierra, está inhabilitada en la función de balneario debido a las irregularidades y las profundas aguas, que se han cobrado vidas a lo largo de su existencia.

Este espacio fue motivo de polémica, cuando el padre de Walter Burgos, un joven que murió ahogado en el Salto, salió a los medios a pedir que este lugar sea clausurado.

Sin embargo, y pese a tratarse de una propiedad privada, los lugareños y personas cercanas se acercan cada fin de semana a disfrutar de las virtudes del sitio.

 

La historia del lugar

Este espacio perteneció a la familia Ander Egg y era cuidado por el padre de familia. Por aquellos tiempos (década de los 60 y 70) el espacio era atendido por sus dueños y ofrecía instalaciones ideadas para acampar y pasar el día en familia o con amigos rodeados de naturaleza.

Algunos comentarios de las redes sociales recuerdan que “el pasto parecía un césped de jardín. Los árboles, cuidados, había muchos durazneros. La sombra era perfecta en toda la parte sur a la derecha del arroyo Ensenada siguiendo la corriente. Sobre el margen izquierdo estaba la casa familiar, y los alrededores estaban sembrados con maíz”.

“Ander Egg proveía gratis de leña a los visitantes para que no dañaran los árboles. No había construido nada en el predio, para no contaminar un lugar para descansar y gozar solo de la naturaleza”.

Tras el fallecimiento de Don Ander Egg el lugar fue heredado por su hija, una abogada que vive en Buenos Aires. Ella decidió alquilar el espacio, fue así en 2004, un grupo de empresarios se hicieron cargo del lugar y lograron mejoras en la zona de los campings y baños.

 

“Se cortaba el pasto y se arreglaron los caminos de ingresos. Además, se dispersaron a lo largo y ancho de la hoya cubiertas de camiones y tractores que servían como medida de seguridad para quienes decidían meterse en las profundas y frías aguas del lugar. Es importante acotar que durante ese periodo no hubo que lamentar víctimas, lo que denota como pequeñas iniciativas pueden servir y prevenir accidentes”.

Finalmente, por desencuentros entre la heredera y estos empresarios es que actualmente el espacio no está alquilado. Sin embargo, continúa siendo una propiedad privada. Muchos sostienen que la solución definitiva para la puesta en valor de este entorno natural formidable es la intervención estatal.

Otros creen que mantenerlo como está pidiendo a los visitantes que no lo ensucien o contaminen, basta para su preservación. Mientras tanto, el espacio sigue recibiendo cientos de curiosos que llegan hasta el lugar para corroborar si realmente existe algo así en nuestra provincia y por tantos visitantes que ya conocieron el espacio y quedaron tan impactados con su belleza que deciden regresar.

 

FUENTE: Aldana Badano | Revista Muy Entre Ríos