Vie, 26 Abr 2024 / 9:27hs.

Encuentre todo lo que busca en Entre Ríos

DESTINOS

Una visita al pasado

El pueblo industrial está conservado tal como era a mediados del siglo XX. Es un museo a cielo abierto de lo que fue uno de los mayores frigoríficos del mundo.

 

A orillas del río Uruguay y frente a la isla del Queguay Grande, Liebig es un pueblo adormecido y que salió del tiempo. Es un vestigio de otras épocas, uno de los pocos sitios de turismo en el país donde podemos realizar lo que los europeos llaman "arqueología industrial". Esta rama de los estudios históricos se centra sobre los vestigios y las instalaciones abandonadas de complejos industriales o sitios productivos del pasado ahora en desuso.

Es el caso de Pueblo Liebig, aunque haya conservado una ínfima parte de su población original y sus casas vayan sido recicladas como residencias secundarias para porteños o entrerrianos.

El pueblo lleva el nombre de la empresa que lo construyó de punta a punta, hace más de cien años. Las casas de los distintos "barrios" alojaban diferentes categorías de obreros y de personal jerárquico. Es en la actualidad una excursión muy popular entre los visitantes que se hospedan en la vecina ciudad de Colón, el mayor centro turístico de la provincia de Entre Ríos.

 

Los inicios de Pueblo Liebig

A principios del siglo XX, la Liebig's Extract of Meat Company era la segunda productora de carne en conserva del mundo. Las icónicas latas que producía y exportaba a todo el mundo dejaron de figurar entre los supermercados pero fueron recordadas por el monumento de la plaza central. 

La historia de Pueblo Liebig empieza con el emprendimiento que armó Apolinario Benítez en la segunda mitad del siglo XIX, a poco tiempo de la fundación de las colonias de Colón y San José, sobre tierras del General Urquiza. Los primeros habitantes de la región eran campesinos que venían de los Alpes suizos, franceses e italianos. El primitivo saladero fue rodeado muy pronto por algunas casitas donde vivían los obreros. Sin embargo, la empresa se convirtió en un gigante y el pueblo en una colonia modelo con la llegada de la Liebig’s. 

Esa sociedad había sido creada en 1865 en Londres por el ingeniero belga Georges Giebert. Fundó saladeros en Argentina y en Uruguay y desarrolló el método de conservación de la carne inventado por el alemán Julius von Liebig. Toda la producción estaba destinada a Europa y era exportada directamente desde los puertos de Colón y Fray Bentos hasta Ámberes (Bélgica) y Londres. 

Durante las primeras décadas del siglo XX, la compañía era considerada como la "mayor cocina del mundo". Poseía 44.000 hectáreas en las provincias de Entre Ríos y Corrientes y faneaba 1.500 animales por día a lo largo de seis  meses al año. Ocupaba a 3.500 obreros que se turnaban día y noche, para hacer funcionar la fábrica. 

La planta y el pueblo recibieron la visita de Eduardo de Windsor durante su gira por la Argentina en 1925. Fue coronado años más tarde Rey de Inglaterra bajo del nombre de Eduardo VIII. Visitó los principales centros de inversiones británicas en la Argentina y su viaje lo llevó desde la Mesopotamia hasta la Patagonia. 

Luego de la Segunda Guerra Mundial, el nuevo orden del mundo trajo cambios en los gustos y nuevas regulaciones. La carne enlatada en Pueblo Liebig dejó muy rápidamente de ser consumida en sus principales mercados europeos. La fábrica declinó en poco tiempo y cerró en 1970. Fue comprada varias veces por empresarios locales que intentaron rescartala, sin éxito y finalmente fue desmantelada.