LA HISTÓRICA

El resurgimiento de un rincón natural

La belleza natural de Banco Pelay sigue siendo un fuerte atractivo de Concepción del Uruguay.

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Una vasta extensión que llega hasta donde la vista no alcanza convierte a Banco Pelay en la playa de río más extensa de Sudamérica. La arena fina se cuela por doquier, mientras incipientes y frágiles árboles emergen del suelo movedizo.

 

Conocido por los lugareños como Pelay, el balneario-camping de Concepción del Uruguay ofrece un ecosistema plagado de oportunidades para el disfrute. Está situado en los recovecos de un humedal y se requiere de un medio de transporte para llegar.

 

Sede histórica de la Fiesta nacional de la playa de río, Banco Pelay es símbolo de agreste recreación en Concepción del Uruguay. Ubicada a 250 km. de Paraná, las arenas finas y blancas, las aguas limpias y un majestuoso entorno natural que incluye una arboleda fantástica cautivan al visitante desde un primer momento. Una adecuada gama de servicios completa la oferta.

 

Si bien su época de oro fue en los 70’, en los últimos años ha habido intentos por recuperarla. Las condiciones naturales son propicias, en toda época: una generosa playa, de suave pendiente y blancas arenas, rodeada por abundante vegetación que invita a descansar bajo la sombra, representan además una acuarela de ensueño para la vista. El río, cristalino, mantiene una variada cartelera deportiva a lo largo del año. Sin dudas, la práctica de windsurf, los kayaks, el yachting y el canotaje, le agregan un color singular a la escena.

 

Según la información oficial, el camping tiene capacidad para 1.500 carpas, distribuidas en dos sectores, Juventud y Familiar, para una mejor convivencia. Una adecuada infraestructura de servicios, y la presencia de áreas acondicionadas para el esparcimiento potencian los atributos.

 

Oculta

La playa está escondida, arrinconada en el extremo este de la ciudad. Para llegar desde la ciudad de Concepción del Uruguay hay que recorrer una larga ruta sinuosa, invadida por una vegetación en galería, lo que convierte al viaje en una aventura. En el camino hay pocos indicios sobre el lugar de destino, pero abundan los espejos de agua, el canto de pájaros autóctonos y panoramas teñidos en verde, especial para el disfrute de los sentidos.

 

Para arribar a destino es vital tomar por el Camino a Banco Pelay y detenerse a admirar el balneario de Paso Vera, la Toma y la nueva Defensa Norte, obra realizada en pos de detener la creciente del río y una eventual inundación.


Hacia el este asoma el puente principal de Banco Pelay, erigido sobre un brazo del río Uruguay. El reflejo del sol en el agua genera un efecto enceguecedor. Sobre la obra de ingeniería la imagen es siempre la misma: no importa el clima o la estación del año que se atraviese, los pescadores aficionados se instalan en ambos laterales del puente, colocan su reposera, tal vez una radio y vigilan la caña de pescar. Puede que sea el folklore de la actividad lo que apasiona, más que el resultado positivo de la misma.


Inmediatamente después de cruzar el puente, una curva pronunciada es el comienzo de un camino angosto, sinuoso y poco delimitado. El aire del río lo inunda todo, mientras la humedad despierta los sentidos dormidos.

 

Ese ingreso es la antesala del balneario Paso Vera, otro rincón patrimonial local y provincial. Situado en el extremo norte de Banco Pelay, sobre la ribera del Uruguay, las playas aquí se entremezclan con un área natural protegida, que invita a realizar paseos por selvas en galería y observar una variada avifauna autóctona.

 

Más allá de la magnífica extensión de arena, los atardeceres invitan a caminatas en familia por senderos guiados por personal idóneo.

 

En el extremo sur de Banco Pelay, siempre sobre el Uruguay, otro balneario se despliega: La Toma. Aquí esperan nuevas postales del río y las playas, con el Faro Stella Maris en el horizonte.

 

Las arenas finas y blancas son características de la playa de Banco Pelay.

 

Acceso

Las garitas de ingreso a Pelay muestran vestigios de su historia. Bajo las infinitas capas de pintura que recubren las edificaciones, todavía persisten marcas, producto de las inundaciones históricas. Las evidencias de las inclemencias climáticas son más tangibles al observar viejos departamentos construidos sobre la playa. En las épocas de esplendor del balneario, cuando aún no existía la Isla del Puerto -a nueve kilómetros hacia el sur- los alojamientos estaban al máximo de su capacidad durante la temporada alta. Nadie quería desperdiciar la oportunidad de amanecer frente al río Uruguay.

 

Lo cierto es que aún hoy, sobre la arena, cientos de amantes de la naturaleza aprovechan las jornadas de descanso para vivir la experiencia de pasar el día de cara al río.


Pelay, sustantivo propio sin un origen determinado, aunque certeramente guaraní, es un espacio predilecto para pasatiempos familiares, y con amigos. Efectivamente, en medio de un ecosistema así nunca se está en soledad.