Un viejo cementerio católico en Villa Urquiza, fundado en 1853, es una de las cuatro necrópolis que tiene la Primera Colonia agrícolomilitar del País. Una postal para no perderselá.
El Viejo Cementerio Católico de Villa Urquiza fue fundado en 1853, a orillas del río Paraná. Allí se encuentran las tumbas de los fundadores de la primera Colonia agrícolomilitar del País, muchos de ellos protagonistas de las violentas luchas federales y de la incipiente producción agroganadera.
Hoy son pocas las cruces de hierro, casi caídas, tapadas por los pastizales y pisadas por las vacas. Pero aún en ese abandono la historia se abre paso. El lugar es imponente y el ruido del viento en el ombú (ese que, según algún algunos lugareños, se prende fuego por las noches) le brinda un encanto especial.
En Villa Urquiza hay cuatro cementerios: El Protestante, el de las Hermanas Franciscanas de Gante y los dos Católicos, el viejo y el nuevo, ubicados a poca distancia uno de otro.
Al viejo cementerio católico se llega luego de recorrer un camino de tierra. Primero se llega al Católico nuevo, luego al Protestante, y finalmente, tras pasar unos montes de espinillos y alguna que otra casa habitada, se llega al viejo camposanto de menos de una hectárea. Por los matorrales ya no pueden verse, pero a pocos metros están las barrancas que dan al río Paraná.
Lo más significativo es el portal de ingreso con un portón de hierro con ornamentos. Las enredaderas se trepan por todos lados y hay muchas tumbas pequeñas. "Es que al poco tiempo de inaugurado el cementerio, fallecieron muchos niños a causa de una epidemia de fiebre amarilla", explicó Córdoba mientras sostenía entre sus manos el plano que lograron construir hace unos años.
La mayoría de las cruces tienen en el centro un corazón, que probablemente los mismos deudos tallaron con el nombre de su ser querido.
Escondida, tapada por las plantas y hasta incluso árboles en pleno crecimiento, completamente olvidada se encuentra la tumba del fotógrafo Aminthé Geoffroy, un francés afincado en Villa Urquiza que llegó a la Argentina junto a sus padres tras las dificultades económicas que debieron soportar luego de la derrota infligida por el ejército prusiano a Francia en 1870 y junto a la pérdida de sus territorios de Alsacia y Lorena.
Acostumbrados a las campiñas onduladas de su tierra, los Geoffroy no quisieron permanecer en Buenos Aires. Enterados de que a orillas del río Paraná se estaba formando una floreciente colonia donde alemanes, franceses, suizos y vascos convivían en paz dejando de lado los antagonismos, hacia allí enfilaron. Arribados a la colonia Las Conchas, la familia compró 5 hectáreas, calle de por medio al sur de la iglesia, y en una modesta casa instalaron una panadería para continuar con el oficio que traían de su lugar de origen.
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